1985 San Sebastián: Boletín 4

Resultados de la cuarta ronda

Mesa 1: Valencia: 1,5 - Barcelona: 4,5
Mesa 2: Sabadell: 5 - Inmaculada: 1
Mesa 3: Guipúzcoa: 4 - Alicante: 2
Mesa 4: Asturias: 2,5 - Baleares: 3,5
Mesa 5: Santander: 2,5 - Madrid: 3,5
Mesa 6: Granada: 2,5 - Toledo: 3,5
Mesa 7: Sevilla: 2 - Zaragoza: 4
Mesa 8: CECA: 3 - Murcia: 3
Mesa 9: Tarrasa: 3,5 - Pamplona: 2,5

Página de sucesos

En la partida Aguilar (Valencia) - Sorroche (Barcelona) , el blanco ofrece tablas tocándole efectuar su jugada (él tiene esa fea costumbre), a lo que Sorroche contesta astutamente consultando "largo tiempo" con su capitán, mientras corre el reloj del adversario. Tras cierto tiempo, Aguilar comprueba la "imparable" marcha de su reloj y decide que hay que tomar medidas, por lo que efectúa su jugada y aprieta el pulsador que detiene por fin la loca carrera de su reloj. En llegando a esta situación, el capitán valenciano considera que la oferta de tablas queda anulada, discrepando en este punto con el capitán de Barcelona, con el Reglamento y hasta con el árbitro del encuentro Oporto - Barcelona.

Ocurrió hace 25 años, osease en la segunda ronda, en la partida entre Casanovas (Barcelona) y Marino (Asturias) . Dicen que el jugador astur hizo sus últimas jugadas en frenética carrera para llegar a la 45 con mejor partida. Pero resultó que fatídicamente la bandera de su reloj, ese diabólico dispositivo que controla nuestros movimientos, cayó justo cuando hacía la jugada 45. Dicen también que el juez de mesa del encuentro en cuestión estaba al quite, pues debió echarse en plancha para detener los relojes y decretar la derrota del bravo Marino .

Iba a iniciarse la sesión de aplazadas. En la mesa 8, el murciano Hernández, que había hecho la secreta, espera sentado delante de su tablero. El árbitro inicia su recorrido con los sobres y al llegar allí verifica que el jugador sentado es quien ha hecho la secreta, y comenta: "juega el negro", actuando en consecuencia ante la ausencia del adversario, o sea, poniendo en funcionamiento el reloj de Martinez (CECA) , y se va con el sobre. El murciano, que ha oído que juega el negro, realiza la jugada sobre el tablero. Los de CECA, que están "al loro" de todo esto, en viendo la secreta sobre el tablero, con gran alborozo marchan a la sala de análisis y desmenuzan la posición durante media hora, volviendo luego Martínez con aire triunfal para imponerse "a lo campeón".

Pero la estrella de la noche fue el madrileño José Armero , un manojo de nervios semejante al correcaminos del que hacíamos mención ayer. Su partida aplazada con el cántabro Ricondo fue de las de hacer afición (aunque no se sabe si ésta iría más bien encaminada al circo que al "noble juego"). La partida parecía un cajón de sorpresas. En la sala de análisis, con enlaces en la sala de juego, estaban los jugadores de ambos equipos haciendo cábalas sobre lo más adecuado en cada posición que se producía , analizando todo lo analizable, pero los protagonistas, con una visión muy particular sobre el tema, hacían que ambos equipos no acertaran ni una, confundiendo a uno y otros. De pronto ganaba el blanco; a la jugada siguiente ganaba el negro. Así anduvieron ambos equipos de sobresalto en sobresalto, con risas y llantos entremezclados, hasta que finalmente los capitanes decidieron parar pacíficamente la lucha y dejar de sufrir por más tiempo. El bueno de Armero no podía creerlo: si él tenía la partida ganada… cuando le comentaron que hacía un par de jugadas el santanderino tenía el encuentro ganado, incrédulo contestó: "¿ganado?", ganado son vacas" . Ya antes de esto, él tuvo la intuición de que sería uno de nuestros protagonistas, y así lo hizo conocer públicamente, en alta voz, a la divertida concurrencia.


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